Llega el día, a las 10.25 me presento en la consulta y pocos minutos después empieza la entrevista. Al igual que en mi primera visita, algo menos por tener mi historial médico, me explica el procedimiento y con la calma propia de él y una sonrisa y en parte con un halo de protección paternal me indica lo siguiente a realizar, además de los precios y con quién trabajan en colaboración para poder obtener el donante, ya que ellos no tienen banco propio, para mi sorpresa, me relata que colaboran con el mismo centro al cuál habia hecho días atrás la primera visita, me hace las recetas, me indica que es lo primero y primordial y que una vez esté preparada les avise para empezar todo el proceso, eaaaa! otra vez las "banderillas" menos mal que al empezar te enseñan a manipular la pluma, porque mi atención se centra nuevamente en la aguja y en el día que toque pincharse por primer día y así sucesivamente todos los que indique en el ciclo. LO LOGRARÉ SEGURO!. A pesar de que el precio es algo más elevado, una reacción de sentimientos se unen al acabar la visita y de camino a mi casa.
¿Dónde acudo a mi tratamiento? ¿he de valorar sólo lo económico? ¿valorar la tranquilidad de tener un médico en el cuál confias?, la cosa está complicada, pero hay que valorar todas las opciones, cuándo quieres ser madre soltera no existen muchas ayudas, ya que no te consideran una mujer con problemas médicos, la única diferencia que la sociedad a veces no entiende es que no estas dispuesta a dejar que el tiempo pasé, pues no sólo pasa para el exterior aunque lo cuidemos mucho, sino en el interior y para ello no es necesario tener un pareja masculina, eso lo tengo claro y ahora más que nunca, toca valorar los pros y contras y tomar la decisión definitiva de dónde hacer la IAD.
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